lunes, 1 de noviembre de 2010

La probabilidad de que en un tren haya enchufes es directamente proporcional al nivel de cansancio que tengas. Decidido.

Finalmente, tras más de un mes en Segovia, puedo decir que ha llegado la normalidad. Llevo una única semana en la normalidad de ir a clase, tomar algo y dormir por las mañanas. En este mes he tenido cuantosísismas cosas que hacer siempre: grabar un corto que creemos finalmente haya quedado genial, hacer turismo con nuestro sevillano favorito, acostumbrarnos a los horarios, retomar las clases, millones de fiestas de cumpleaños….

Eso sí, tengo que decir que hay muchas cosas que han cambiado con respecto al año pasado; por ejemplo, cualquier hora, CUALQUIERA, es buena para tomar una cerveza. Al igual que un café. De hecho hay momentos en los que me cuesta bastante decidir entre cuál de las adictivas bebidas tomar.
De todos modos también puedo hacer mención de muchas otras variaciones con respecto al año pasado, y todas y cada una de ellas son geniales. Puedes estar en casa de alguien sin excusa alguna, o simplemente para tomar unas cervezas que tú mismo llevas. También es genial que en mi casa siempre haya gente (sí, sé que es algo de lo que siempre me quejo, pero me gusta que sea así =D). O la simple razón de ser la entrenadora de un equipo, no vamos a decir malo, diremos que no se entienden entre ellos, para poder demostrar lo que valen, y darles envida llevándoles litros y litros de agua y tener unos cuantos de cerveza para el banquillo. Aunque también me valen las discusiones propias de la convivencia, las tortillas quemadas o las peleas con zapatilla o con espuma de afeitar en cualquier parte de la casa.
Para mí, son pequeños detalles que nos hacen estar más unidos que nunca este año.

Tengo que decir que esta entrada del blog, la escribo desde el tren hacia Bilbao, mi cuarta casa, teniendo en cuenta Segovia, Logroño y mi querido Elciego por delante. Podría estar los últimos 10 minutos de trayecto mencionando lo que me gusta esta ciudad, con todos sus pequeños detalles, el Guggengheim, las siete calles, el Puente Colgante, el Zubiarte, la Peña, la playa y todo lo demás, pero no, creo que disfrutaré de estos pequeños minutos para mirar por la ventana del vagón y disfrutar del característico paisaje verde, que sabría reconocer en cualquier parte para identificarlo con uno de los mejores sitios del mundo.

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